En julio existe alrededor de casa una gran actividad de tractores, segadoras, cuads, etc. relacionada con “la hierba”. Es la época de segar los prados y procesar la hierba que deberá servir de alimento invernal al ganado. Hoy voy a hablar de este proceso en la zona de Belerda.
Comienza con la siega del prado. Desde hace años se realiza con segadora de peine, normalmente al inicio del día o al final de la tarde y, hasta donde yo he visto, esta labor siempre la hacen los hombres.
La siega se completa con guadaña en aquellas zonas donde la segadora no entra o no lo deja bien. Las labores de guadaña se realizan también por hombres y preferiblemente a primeras horas de la mañana, cuando la hierba está tierna del rocío nocturno y aun no hace mucho calor para llevar a cabo una labor tan dura.
El paso siguiente es esparcir la hierba segada por toda la superficie del prado (pues la segadora la deja amontonada en hileras) para que seque lo mejor posible (pa que cure). En este caso, sí que colaboran las mujeres. Para ello se emplea el rastrillo, aquí conocido como angazu. Según se va engazando, se separan las plantas de mala calidad, como ortigas, paniegas, felechos, escayos, etc.
La hierba se deja así unas horas. Pasado ese tiempo, ya por la tarde, se vuelve a remover (abarallar o embarallar), esta vez ahuecándola y dejándola en hileras en pequeños montones de unos 40-50 cm de alto (barallos). Para esta labor se emplea tanto el angazu como el forcáu (pala de dos dientes), según preferencias (a mi me parece que las mujeres prefieren el angazu, y los hombres el forcáu).
A la mañana siguiente, se le da la vuelta de nuevo (se abre), operación que se repite por la tarde, para garantizar que la hierba cure bien (quede bien seca, pues de lo contrario se pudriría o tendría mohos). El proceso de curar lleva no menos de dos días bien soleados, y normalmente tres días.
Al final de la tarde comienza la recogida de la hierba. Hasta no hace muchos años se hacían montones de entre 1,5-2 metros de alto (balagares), que eran provisionales y servían para proteger la hierba por si llovía. En la zona de Belerda no se hacían balagares sino montones más pequeños, que aquí llaman borbuetos.
Antes, se dejaban estos montones varios días en el prado, para que la hierban se compactara, y se transportaba en carro para meterla en la tená. Ahora la hierba se empaca con la empacadora de una forma bastante rápida, y los borbuetos solo se hacen si hay previsión de lluvia inmediata.
Antes de empezar a empacar se amontona la hierba en hieras o en un gran montón, para poder “cebar” la empacadora de forma cómoda y rápida.
La labor de empacado precisa de varias personas: unas se ocupan de aportar la hierba a la empacadora, mientras que otra vigila la máquina para adecuarla al ritmo que marcan los aportes de hierba. La dificultad del empacado varía según las condiciones de accesibilidad del prado. En algunos casos la máquina solo llega hasta la entrada del prado, por lo que toda la producción ha de ser transportada hasta allí (¡y a rezar para que la única entrada no esté en la parte alta del prado!). Si el prado permite la circulación del tractor con la empacadora, la labor se simplifica bastante, pues la empacadora se mueve paralela a las hileras de hierba previamente preparadas.
Queda cargar las pacas en el tractor (en cinco años que llevo en Belerda jamás he visto un carro uncío; en realidad no lo veo desde hace muchos años, aunque me acuerdo de que eran habituales cuando yo era un guaje) y meterlas a la tená.
Cada casa tiene varios prados diseminados por los alrededores de Belerda. Si el buen tiempo lo permite, la hierba ocupa a la familia entera de sol a sol durante bastantes días, y en muchas ocasiones llaga hasta la primera semana de agosto. Da mucho trabajo.
Me ha gustado mucho esta descripción del ‘algoritmo’ de este proceso ancestral, y un aparte del placer ha sido recordar los nombres en bable. Echo de menos, en estos tiempos de empaque, el sistema de almacenaje ‘in situ’ (lo que no se llevaba inmediatamente a la tená) tal como era antes y como se llamaban aquellas estructuras de hierba que al final quedaban en los praos.
Había unas más pequeñas y que algo más tarde se acababan llevando también a la tenada que no llevaban palo central y las otras más altas con palo o poste central y con hierba más pisada, concebidas para aguantar más en el prado o en una zona delante del caserio. Creo recordar que lo que tu llamas ‘balagar’ o ‘borbueto’ en la zona de la villa lo llamaban ‘facina’ y al grande con el palo ‘balagar’ o ‘vara de hierva’. Lo que recuerdo claramente era que había tres tipos de montones: los pequeñitos, provisionales de +- un metro de alto y los altos y cónicos de tres cuatro metros o más unos con poste y otros sin poste y cada uno de los tres, en aquella zona de el Puntal donde veraneábamos, tenía su propio nombre.
Besos
Arturo.
Hola Arturo
Pues fíjate que yo de La Rebollada lo recuerdo justo al revés: para mi, las que tienen palo son las facinas y las grandes sin palo los balagares; las más pequeñas no recuerdo el nombre (serían los borbuetos en Belerda.
webs en las que facina tiene palo:
http://ciclomonteando.blogspot.com.es/2011/05/el-senor-de-la-facina.html
http://asturiesirredenta.blogspot.com.es/2009/07/facina-vara-o-palanca.html
http://elcaminodesantiagodesdeasturias.blogspot.com.es/2011/01/facina-vara-de-yerba-o-palanca.html Por cierto, en esta página hablan de esmesar refiriéndose a arrancar de la facina manojos de hierba con el pinchu (se ve incluso en una foto). En Belerda, esmesar es coger algo que está alto (esmesar avellanes del árbol, por ejemplo).
en estas hay cierta controversia sobre el nombre
http://www.panoramio.com/photo/38982675
http://leyendesasturianes.blogspot.com.es/2011/12/el-balagar-y-la-facina.html
En fin, que hay pa todos
un abrazo
Me gusta el articulo y el blog. Gracias